Ese es nuestro compromiso, entre otras cosas porque entendemos que es esencial para un Estado de Derecho que se sostiene sobre la libertad, la justicia y la igualdad.
Lo recordaba a finales de septiembre en el Colegio de la Abogacía de Albacete, en un emotivo acto donde tuve ocasión de explicar el Plan de Acciones de Igualdad de la Abogacía. Y con la misma firmeza arrancamos este mes de octubre. Primero en Santander, inaugurando la exposición fotográfica “Iguales en Derechos. Abogacía por la Igualdad”, promovida por el Consejo General de la Abogacía Española y la Fundación Abogacía Española. Después, en Reus, en las VI Jornadas de Abogados y Abogadas de Violencia de Género”, también impulsadas por el Consejo. Luego en Vigo, en una Jornada sobre perspectiva de género en la Justicia organizada por la Universidad de Vigo, en la que hablé sobre los techos de cristal en el ejercicio de la abogacía. Y acabo de estar en el Senado, abriendo el VII Congreso del Observatorio Contra la Violencia Doméstica y de Género.
Un tiempo en el que también hemos tenido días señalados para recordar: el Día Internacional de la No Violencia (2 de octubre), los 39 años de la entrada en vigor para España de la Convención Europea de Derechos Humanos (4 de octubre), el Día Internacional de la Niña (11 de octubre) o el Día Internacional de las Mujeres Rurales (15 de octubre).
Y mientras todo eso pasaba, nos conmocionábamos con semanas negras por asesinatos de mujeres y niños, con datos acumulados estremecedores: en España, casi 1.000 mujeres han perdido la vida a manos de sus parejas o exparejas desde 2003 y 27 pequeños han sido asesinados por sus progenitores desde 2013. Una sociedad democrática no puede permitirse ni consentir estos números. Son los números de la vergüenza porque es inconcebible que la mitad de un país –las mujeres en España ya somos más de la mitad- tenga que vivir atemorizada y con miedo a perder, a manos de un hombre, el bien más preciado que existe: la vida.
Cuando eso ocurre, cuando una mujer muere o se la maltrata por el simple hecho de serlo, algo muere también en la calidad de nuestra democracia. Estamos ante un problema de la máxima gravedad donde no caben ni los negacionismos, ni las equidistancias, ni la pasividad. Es evidente que algo falla y cuando algo no funciona bien –nada menos que el sistema- tenemos la obligación de actuar y de proponer soluciones, porque es un compromiso colectivo que nos atañe a todos: a la sociedad, a la empresa, a los tres poderes del Estado y a las instituciones.
Eso es justo lo que está haciendo la Abogacía Institucional. Actuamos con decisión apostando por la igualdad real cuando, por primera vez, creamos una Comisión de Igualdad en el seno del Consejo, ponemos en marcha un Plan de Acciones por la Igualdad de la Abogacía o editamos una Guía sobre el Enfoque de Género en la actuación letrada. Con la misma decisión trabajamos prestando uno de los mejores servicios de Asistencia Jurídica Gratuita de Europa, al que también está llegando la paridad; es más, el número de mujeres adscritas al Servicio de Violencia de Género supera ya al de hombres (el 54% del total). Y proponemos soluciones, además, para mejorar nuestras leyes, de manera que las víctimas las sientan de su parte y que podamos estar aún más a su lado cuando denuncian. Por eso hemos propuesto reformas –a las que esperamos sea sensible el legislador- para, por ejemplo, regular con carácter preceptivo la asistencia letrada a las víctimas de violencia de género desde el momento previo a la interposición de la denuncia, o para eliminar los obstáculos en la representación procesal de la víctima por su abogado o abogada para poder ejercer la acusación particular desde el inicio del procedimiento.
En realidad estamos hablando de un desafío que requiere de un profundo cambio cultural. Todos los cambios culturales requieren compromiso, voluntad y firmeza para impulsarlos. La Abogacía está convencida de que es posible y por eso estará siempre construyendo con su voz, con su acción y con sus propuestas una sociedad más libre, democrática, justa e igualitaria.
Ni la profesión, ni las mujeres, ni la sociedad están dispuestas a esperar los más de cien años que dice el Foro Económico Mundial que tienen que pasar para que la igualdad entre hombres y mujeres sea real. Ni cien años, ni diez. La igualdad la exigimos ya.
Victoria Ortega, Presidenta del Consejo General de la Abogacía.
Comentarios cerrados.